Existen tres tipos grandes de algas: verdes, pardas y rojas. Estas últimas se han transformado en organismos de gran importancia económica.
¿La razón? Estas algas poseen en sus paredes polisacáridos llamados ficocoloides, sustancias que tiene el poder de espesar los líquidos en forma de una gelatina. Por ello, las algas rojas se han convertido en plantas marinas altamente valoradas, especialmente, por su aprovechamiento en uso farmacéutico y alimentario.
Efectivamente, las algas rojas son utilizadas como principal materia prima para elaborar jarabes, laxantes, espesantes para sopas, helados, gelatinas y para algunos postres. También se pueden emplear como aclarante en la elaboración de cervezas y productos lácteos, así como en una amplia variedad de nuevos desarrollos biotecnológicos en medicina, farmacología y cosmética.
En este contexto, académicos de la Facultad de Ciencias de la Vida y del Centro de Investigación Marina de Quintay de la U. Andrés Bello obtuvieron una patente INAPI (Instituto Nacional de Propiedad Industrial) por la creación de una nueva herramienta biotecnológica que hace más eficiente la producción de este recurso marino.
Esta iniciativa trata de la creación de un sistema de cultivo inclinado y método de re-suspensión de esporas para el esporocultivo de algas rojas.
El director de la iniciativa científica, y profesor asociado de UNAB, Dr. Cristian Bulboa, comentó con satisfacción los beneficios que la aplicación de este trabajo puede traer para productores en todo el mundo, quienes suelen ver entorpecidos sus cultivos clonales de Gracilaria, Gigartina, Euchema y Kappaphycus, entre otras algas de gran uso, al utilizar la fragmentación clonal como vía de propagación y cultivo del recurso, produciendo su envejecimiento y, por ende, una pérdida de productividad.
El científico agrega que “esto rompe un paradigma biotecnológico hasta ahora asumido en todo el mundo que decía que no era posible usar este tipo de esporas como semillas de forma productiva”, explica el Dr. Bulboa
Según recuerda el director del estudio, el desarrollo de la invención se llevó a cabo entre 2016 y 2018, y tuvo su origen en la observación hecha por Ignacio Pérez-Massad, en ese entonces alumno de Ingeniería en Acuicultura de Universidad Andrés Bello.
“Le propuse cómo podríamos responder a esa problemática con una idea primaria, y él diseño las pruebas. A eso, además, se sumó el apoyo y experiencia de la Dra. Loretto Contreras-Porcia, profesora titular e investigadora de la Facultad de Ciencias de la Vida UNAB y de la Msc. Marcela Ávila, ambas reconocidas ficólogas chilenas, con amplia experiencia en el estudio de las algas”, detalla el experto.
Este nuevo sistema de cultivo es así un importante avance para la Acuicultura y para los productores de algas altamente comercializadas en todo el planeta. “La producción mundial va en desarrollo y la demanda crece en un 7% anualmente, por lo que en un futuro próximo se requerirá aumentar y expandir las zonas en donde se hacen cultivos, así como las especies que hoy se cultivan”.
Finalmente, el académico del CIMARQ de la UNAB subraya que “Chile es un productor de algas rojas, destacado en el concierto mundial, y esta actividad involucra a muchas personas que dependen directa o indirectamente de su cultivo o recolección”.